Tras "descubrir" que yo era un intruso en mi profesión, Pérez corrió a decírselo a Villoslada, su cliente. El "descubrimiento" consistió en comprobar que mi nombre no aparecía en el censo de abogados. Ello mueve a ambos a tildarme de "intruso" en sus respectivas redes sociales. Estuvieron con esta canción cerca de una semana, dando señas suficientes de mí como para que con un mínimo de diligencia se me identificara -mis iniciales, la empresa donde trabajo-, pero sin hacerlo ellos mismos, a fin de protegerse y evitar en la medida de lo posible represalias legales por sus falsedades.
Hay algo peor que ser mentiroso, y es ser idiota. El mentiroso puede enmendarse con buena voluntad, mientras que el idiota sigue irremediablemente su naturaleza. La primera ingenuidad fue creer que el censo de abogados es absoluto y no, como realmente sucede, un indicador de quienes figuran en activo en el momento en que se consulta. La segunda, entrando ya de lleno en el capítulo de la ignorancia y la incompetencia profesional, en desconocer el tipo penal del intrusismo que invocaron como mentecatos decenas de veces:
El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente, incurrirá en la pena de multa de seis a doce meses.
(...)
Si el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional amparada por el título referido, se le impondrá la pena de prisión de seis meses a dos años.
Es así que ni el censo de abogados contiene a todos los colegiados, ni el carácter de colegiado determina la condición de intruso. La altivez de estos mequetrefes les impidió verificar algo tan sencillo, para lo que bastaba abrir un código o simplemente preguntar a alguien medianamente informado.
En este sentido, es claro el artículo 542 LPJ: "Corresponde en exclusiva la denominación y función de abogado al licenciado en Derecho que ejerza profesionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de procesos, o el asesoramiento y consejo jurídico." Un servidor es licenciado en Derecho desde 2002 y ejerce profesionalmente desde 2003 a distintos niveles. Ergo, soy abogado.
Por si esto no fuera suficiente, tras demostrar a los zulúes mediante prueba documental que podía llamarme abogado sin mentir, la empresa donde trabajo les pidió con mejores modos de los que merecen que rectificasen públicamente. Siguieron casi dos horas de silencio y estupor. Al fin, decidí contactar yo mismo con la lumbrera que con su formidable hallazgo y su no menos benemérito asesoramiento había inspirado el que yo fuera durante una semana y para todos los que pudieron leerlo un "falso abogado". Le exijo que se disculpe.
A lo que, en un lamentable estilo forero, me contesta lo siguiente:
Tras lo cual le requiero que concrete sus disculpas de una forma aceptable.
Hete aquí lo que me encuentro minutos más tarde:
Poco después, con más ganas (y más faltas de ortografía):
Y, por último, un epitafio que resume lo vivido.
Ésta es la abogada que defenderá a Menéame.
PS: Rectifico. Dudo que la patata Pérez los defienda en el pleito. Van a buscarse algo mejor.